martes, 1 de diciembre de 2009

NUNCA ME ARREPENTIRE DE ALGO QUE NO HICE

Arriesgamos el cuello cada día, constantemente, y por cosas que no merecen la pena, lo hacemos de una forma la cual le quitamos importancia, nos llenamos de rutina en esos actos inconscientes y no nos damos cuenta ni de que lo hacemos, me refiero por ejemplo a salir cada día a trabajar, dejar tu casa, tu familia, tus sueños, dejarlo todo atrás sin darnos cuenta que quizás cuando volvamos no estarán allí, y realmente no le damos ninguna importancia, cogemos el coche para ir, y no nos importa nada, solo llegar a tiempo, sin darnos cuenta que arriesgamos la vida cada vez que pisamos el asfalto con esas cuatro botas de goma, ¡fumamos! Coño! que absurdo, fumamos para nada, arriesgamos nuestra salud por… porque?? Quien me lo podría explicar, ¿por ese humo gris a casi 500 grados centígrados que quema nuestros pulmones a cada calada? No me jodas, que absurdo, arriesgamos la vida, los sueños, el bien estar, la salud, arriesgamos tantas cosas, y yo el primero, por algo que en realidad no merece la pena, bueno… merecerá la pena en el momento, en el in situ, pero a la larga, que te aportan todos esos actos, yo os lo diré sin ningún pudor, NADA. Sin embargo me resulta muy gracioso, bueno, mas bien inquietante, ver como otras muchas cosas por las que si que merece la pena arriesgar dudamos, le damos vueltas pensando si hacerlo o no, tantas que a veces se nos escapan como el agua entre los dedos al lavarme la cara por la mañana, pensamos los pros, los contras, el típico “¿y si no…?”, me arrepentiré si lo hago, y si no lo hago puede que también me arrepienta, buuufffffffff!!! No se que hacer!!! Acojonante… Si no inquietante por lo menos curioso si que es, y por supuesto acojonante. Creo que cuando tenemos algo bueno delante, algo por lo que arriesgarías, algo que verdaderamente merece la pena, nos da tanto o mas miedo que pueda salir bien a que salga mal, el porque, muy sencillo, no nos gusta que nos cambien la rutina por nada del mundo, y mucho menos tener que cambiar nosotros mismos con la experiencia que nos espera si arriesgamos, en conclusión, nos gusta la rutina de estar mal de vez en cuando, será porque para estar bien hay que estar mal por naturaleza?, no se, puede ser, pero bueno ese es otro asunto, nos gusta tener problemas, tener algo que contar, algo que moldee nuestra personalidad de una forma tosca, curtida, dura… buscamos los problemas por necesidad, y si no los tenemos los creamos, y aun teniéndolos también creamos otros nuevos por si no eran suficientes los que ya teníamos, hacemos que algo bueno sea una preocupación, algo por lo que sufrir, algo que de alguna forma nos reconcoma por dentro, aunque solo sea un poquito, aunque solo sean unos pequeños arañazos sin importancia, el porque… no lo se la verdad, seria muy hipócrita por mi parte decir que si que lo se cuando no es así, además, a mi me encantan las cosas difíciles,y esto suena un poco contradictorio, por ello intentare explicarme, yo no convierto las buenas cosas en una preocupación, creo que es auto sadomasoquismo, algo que duele pero al mismo tiempo da placer, el placer de la duda, el placer de la espera, de hacernos creer que hay una posibilidad de que algo salga mal para que cuando decidamos arriesgar, si sale bien, sea aun mas reconfortante y enriquecedor, y yo personalmente todavía no le he cogido el gusto a eso, y menos cuando se trata de algo bueno de verdad, solo se lo e cogido a esas cosas que no la merecen, y la verdad creo que eso me hace mas masoquista conmigo mismo que adoptando la otra actitud, pienso que las cosas buenas de verdad, claro esta valorando que ciertamente sean buenas para mi, hay que cogerlas en el primer instante que pasen por delante, tirarme a la piscina antes de saber si esta llena o vacía, arriesgarme a la ostia del siglo, a quedarme en bragas delante de todo un auditorio lleno de gente, de gente que se reirá de mi, pero no me importa, y… ¿Por qué? Joder que fácil es la respuesta esta vez, porque prefiero curtir mi personalidad de una forma tosca y dura, en conclusión madura, después de llevarme esos buenos ratos arriesgando por algo que creía que merecía la pena, aunque saliera mal, mereció la pena, os lo aseguro, mereció la pena por lo que aprendí con mi experiencia, por la satisfacción de haberlo intentado, por no quedarme de brazos cruzados ante la posibilidad que se me presenta delante y no dejarla escapar, por eso y por otras muchas cosas mas, por ello creo que hoy por hoy puedo decir, y estoy muy orgulloso de poder decirlo, que nunca me arrepentiré de algo que no hice.

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